La llevamos a cabo durante un viaje de estudios; mientras unos disfrutaban por el mundo, los sufridos que se habían quedado en tierra emprendimos el mural como escapatoria. Nos lo pasamos tan bien (ninguno sabía muy bien lo que hacía y si el resultado sería "visible") que compensó no haber viajado y quedó mejor de lo que cualquier augurio hubiera profetizado.Unos años más tarde, tras un combate dialéctico de dimensiones homéricas, perdimos la votación y las aulas temáticas fueron desmanteladas. La Victoria se quedó sola en su pared y nos llamaba tristemente cuando nos veía pasar por el pasillo. Reconozco que se me saltaron las lágrimas el día que descolgué los sabios consejos del dios y cerré la puerta dejándola allí. Un curso o dos más tarde fue borrada por los pintores y desapareció definitivamente bajo una insulsa capa de pintura blanca.
Pero la conservamos en la memoria y en el espíritu y, al encontrar las fotografías, he decidido, por unanimidad (como se hace todo en nuestro Departamento) que seguirá presidiendo nuestros espacios, físicos y espirituales. Desde hoy la veréis en lugar destacado de esta Stoa.
Nota: Los hados han querido graciosamente que este curso hayamos vuelto al aula de marras, seguro que la Victoria, bajo su manto blanco, se regocija al volver a oír el griego.

2 comentarios:
¡Una preciosidad, no hay duda, que no podrán borrar todas las pinturas blancas del mundo...!
¡Está en vuestros corazones!
Hermosa entrada...
Sólo en defensa de la uniformidad, que tan poco gustaba a los griegos, se le podía haber ocurrido a alguien pintar sobre la Nike. Pero, ¿quién sabe?, otras obras de arte han despertado brillantes debajo de enlucidos blancos al paso de los años. Ella espera allí. Entre tanto, seguid hablando en griego en su presencia para que se sienta en casa y no os abandone.
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