Sólo los dioses saben cuál puede ser el límite de este viaje y qué monstruos o peligros nos acechan pero, en todo caso, creemos que merece la pena intentarlo y calzarnos una vez más las sandalias aladas.
Buscad la cabeza de Medusa en las barras laterales y encontraréis el camino. No temáis, su mirada ya no nos petrifica, al contrario, nos abre horizontes.
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