Dos de los nuestros se marchan por unos días y nos dejan tristes y cariacontecidos. ¿Que no es para tanto? ¡Claro que es para tanto! !SE VAN A GRECIA! Y nosotros nos quedamos aquí agitando nuestros pañuelitos hasta que se pierdan en el horizonte (verdes de envidia, a qué negarlo).
Pero nuestros corazones, nuestras fibras helenas se van con ellos. Les hemos metido en el equipaje muchos besos y abrazos para los sufridos pero, ante todo, acogedores griegos y les hemos prometido enviarles algunos obsequios de hospitalidad. No disponemos de cinturones resplandecientes de púrpura ni copas de oro de doble asa (Z, 219-20) pero algo encontraremos. De momento, enviamos dos embajadores excepcionales con el encargo de vivir con entusiasmo la experiencia y traernos el relato de sus hazañas para que las compartan las generaciones presentes y las venideras.
Parafraseando a Safo nos despedimos de ellos:
"Marchad tranquilos. Procurad no olvidaros de nosotros, porque bien sabéis que siempre estaremos a vuestro lado. Y si no, queremos recordaros lo que vosotros olvidáis: cuantas horas felices hemos pasado juntos". Safo, poema 93 (v. 5-12)
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