lunes, 9 de septiembre de 2024

El templo de Jano

 El dios romano Jano tenía doble cara, una miraba al pasado y otra al futuro, por eso salvaba las transiciones, abría y cerraba las puertas, los años... Nosotros hoy abrimos el nuevo curso sabiendo que dentro de unos meses lo cerraremos, si es posible, para pasar al siguiente nivel. Cuentan que en el templo de Jano en Roma, fundado cuando la ciudad apenas comenzaba a caminar, las puertas permanecían siempre abiertas en tiempo de guerra y se cerraban solo en tiempos de paz. Las nuestras van a estar abiertas mientras peleamos por aprender cosas nuevas, por mejorar nuestra competencias, por hacernos mejores, es decir, TOOOODOS LOS DÍAS DE ESTE CURSO. Mira por última vez tus cursos anteriores y disponte a encarar el que se abre ante ti. En todo caso, que los dioses te sean propicios.


lunes, 6 de mayo de 2024

Grado en Filología clásica

 Porque es mi alma nutricia, porque me trae recuerdos vivificadores, porque sigue siendo mi pasión y mi sueño, porque viaja en una balsa en medio de tempestades, porque no sé decir que no, porque se vive de ideales, porque aún resuenan en mis oídos aladas palabras...

Por todo esto y porque me lo piden desde la Universidad de Murcia os dejo la información sobre el Grado en Filología Clásica. Si alguien quiere saber más ya sabe dónde encontrarme.


martes, 13 de febrero de 2024

Un hilo me liga a vos...otros

 Hace unas semanas llegó a mí este precioso libro de Beatriz Giménez de Ory con ilustraciones de Paloma Corral. Además de poemas y relatos mitológicos deliciosamente escogidos, relatados y cloreados, tiene un prólogo que me quitó las palabras de la boca (si alguna vez las hubiera tenido tan buenas). No me resisto a regalároslas.

"Esas mujeres y esos hombres, y esas diosas y esos dioses que tanto se nos parecen, celosos, vengativos, traidores, ¿existieron? Quién sabe si existieron. Lo único seguro es que existen"

Eduardo Galeano: Espejos. Una historia casi universal


Que sí, que los dioses griegos existen, créeme. Yo misma los veo todos los días, en todas partes: aniquilando enemigos con los mágicos mandos de sus consolas, saltando prodigiosamente en las canchas de baloncesto, celebrando a risotadas la vida en los bancos del parque, o recorriendo (enérgicos, perezosos, tímidos) los pasillos de colegios e institutos.

Precísamente allí, en el instituto donde trabajo, hay muchísimos. De hecho, estoy casi segura de que mis alumnos, tan jóvenes, tan bellos y apasionados, son todos dioses griegos. Es verdad que están llenos de defectos (pueden ser más coléricos que el propio Zeus, más celosos que Hera, brutotes como Polifemo, un verdadero incordio como Eros, vengativos como Némesis, indiscretos como Pandora o siniestros como Hades), pero también poseen la inteligencia de Atenea, la rapidez de Mercurio, la osadía de Prometeo. Sé que muchos aman con los ojos cerrados, como Endimión, o que incluso amarán más allá de la muerte, como Orfeo.

Algunos sufren (¡ay, se les notas tanto!) de desamor, como la ninfa Eco, o son tan hermosos que dejan a los demás sin habla, como le ocurría a Narciso. A veces sueñan sueños equivocados, de fama y riqueza (así le sucedió al rey Midas), o se burlan de los más pequeños, como hizo Apolo con el regordete dios del amor.

No todos mis alumnos vienen de hogares felices: a más de uno, como a Hefesto, sus madres no los quieren; otros (Faetón, por ejemplo) crecen sin saber quién es su padre. Los hay que, como Casandra, sueñan un futuro que los demás no podemos imaginar. Todos se perderán, en algún momento, en su propio laberinto, y soportarán tareas más pesadas e inútiles que la piedra de Sísifo.

¿Quién de ellos no se pregunta  si hay alguien que decide cuándo habrán de morir? ¿Tal vez tres terroríficas hermanas con una tijera descomunal?

Este poemario que tienes en las manos, lector, lectora, habla de dioses griegos, y a la vez habla de ti. Porque tú también miras intensamente las estrellas, indagas acerca de tu destino, bailas y cantas y amas y odias apasionadamente. A ti también te consume el desamor y conoces el poder destructivo de los celos y la ira. Y a menudo te sientes eternamente joven, capaz de grandes logros, con toda la vida por delante.

Gozar, sufrir, querer, soñar... todo lo haces con entusiasmo. Es decir, con enthousiasmós, que en griego significa "inspiración o posesión divina".

Entonces ¿vive dentro de ti un dios o una diosa de la antigua Grecia? ¿Cuál de ellos? Tal vez estos poemas te ayuden a descubrirlo...

Beatriz Giménez de Ory

Y yo suscribo.