- Unos seis años antes antes de que me regalasen una adaptación juvenil de la Ilíada (que no me gustó demasiado porque no me explicaba quiénes eran esos con los nombres tan largos, ni que Alejandro y Paris eran el mismo tío),
- unos siete años antes de que mi hermana mayor empezase a estudiar griego con su extraño alfabeto,
- unos nueve años antes de que yo misma llegase a tan cálidas playas y me enfrentase por primera vez al viaje de Odiseo,
- unos diez u once años antes de que Zorba bailase para mí, de que Theodorakis hiciese sonar el bouzouki y Vangelis gobernara los carros de fuego,
- unos doce de que Nana Mouskouri martirizase mis oídos y Moustakí restañara sus heridas,
- unos trece años antes de que decidiese entregar mi alma a las aladas palabras,
- unos catorce años antes de que Konstantino Kavafis me devolviese a Ítaca o Kazanzakis me descubriese a Dios en la flor del almendro,
- unos dieciséis años antes de que mis ojos se posaran sobre las ruinas de la acrópolis, mis pies corriesen en el estadio de Delfos y mis manos aplaudiesen una imaginaria tragedia en Epidauro,
- unos veintitantos años antes de que en mi oficio se añadiera como especialidad la inmortal lengua griega,
- una vida casi entera antes de que la gastase en traer a los clásicos a la vida ante un grupo de adolescentes...
Así lo recuerdo yo.