domingo, 30 de septiembre de 2012

Soy griega...

Hace unos días escuchaba la intervención de un televidente en un programa que debatía sobre la "cuestión catalana". El joven universitario (y, por lo tanto, se supone que culto) afirmaba que si Cataluña se separase del resto de España sería como Holanda o Dinamarca, y él prefería ser "holandés a ser griego, italiano o portugués". No es este lugar para adentrarnos en la política nacional, no voy por ahí. Lo que me llamó la atención fue ese desprecio ante lo que significa "ser griego". No habló de estar en la situación actual de un griego, habló de SER, de ser griego.
En mi modesto entender ser griego es un privilegio, es ser heredero de una excepcional herencia (y no hablo de riqueza material, es evidente) sino de la cultural, de la estética; es sentirse partícipe del genio, contribuir a mantenerlo vivo. Es tantas cosas...
En fin, sólo se me ocurre algo peor que ser griego: no serlo, no estar a la altura de serlo.
Y hablando de quienes son griegos, aprovecho para enseñaros una preciosa campaña en favor de regreso de "algunos griegos" a su casa, a esa Grecia soleada y hospitalaria que sigue ahí, en un lugar que sólo algunos saben encontrar. ¿Queréis buscarla conmigo?

jueves, 13 de septiembre de 2012

Aproximaciones a la costa

En el horizonte se atisban los límites imprecisos de la isla patria. Un soplo de viento, un esfuerzo de los remeros y la azulada proa tocará tierra. ¿Dispuestos para saltar y reconquistar el país? Hemos vuelto.
¿Qué nos espera?¿Qué monstruos habitan en las cuevas escarpadas? ¿Qué dioses nos son favorables y cuáles nos miran torvamente? ¿Qué sacrificios nos serán exigidos?
¡Oh, poderosa Atenea, deidad de la inteligencia y la estrategia, tú reinas entre nosotros! Allana nuestros caminos, despeja nuestras ideas y danos fortaleza sin furia para acometer las nuevas batallas.
Y así, dispuestos a la lucha, unidos en el objetivo compartido, saltaremos a la arena y Grecia será nuestra.