lunes, 3 de mayo de 2010

Y cuando se hubieron saciado del copioso llanto... (Homero)

Hoy estamos de luto, los pasillos están más silenciosos y nos miramos unos a otros conteniendo las emociones. Diego ya no volverá a abrir la cantina desde donde durante años nos ha regalado mil pequeños detalles cariñosos. Ha sido un trabajador incansable, madrugador como ninguno, ha cuidado de cada uno de nosotros con verdadero mimo, ha sabido aconsejar, ser confidente, animar, sosegar o celebrar según nos tocara el día, según nos tocara el corazón. Ha sido maestro de maestros, sobre todo en las relaciones humanas, ha sabido conquistar a los inconquistables, con una sonrisa, un dulce, un rato de charla; ha sabido moverse entre los jóvenes como un joven más, un joven con más experiencia con quien poder hablar.
Si hoy hubiera estado aquí con nosotros, hubiera sabido mitigar la tristeza que nos deja su ausencia, con su buen hacer discreto, su tacto, su afecto. Nadie que lo necesitó dejó de tenerlo, desde hace años las tilas en la cantina eran gratis, corrían por su cuenta.
Nos quedan muchos días de echarlo de menos pero, de alguna manera Diego ya se ha quedado entre nosotros, en nosotros. Llevamos mucho de él enredado en nuestras vidas y eso nos ayudará a ponernos en pie temprano, mañana por la mañana, cuando "nos hayamos saciado del copioso llanto".

1 comentario:

Anónimo dijo...

siempre te recordaremos Diego, porque significabas mucho para nosotros y seguiras viviendo en nuestros corazones , nunca te olvidaré y siempre recordaré tu sonrisa . De una chica de humanidades.